Lo último en biometría: que te lean la mente
Pongamos que tienes un mal día: se te olvida la contraseña, pierdes el dedo del sensor de huellas y te quedas tuerto. Un día horrible. Segundos antes de que te caiga encima un plano, podría surgirte una duda: ¿Y cómo te autentificas ahora en tus servicios digitales, tu móvil, la entrada a tu trabajo? Porque del reconocimiento facial ya no te fías.